jueves, 3 de marzo de 2011

Blue Valentine y Rabbit Hole: Breve suspiro sobre dos películas increíbles.

Imagen: 
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Ana O'Callaghan

No es usual encontrarse con dos películas, dos días seguidos, que logren realmente atravesar la barrera de la contidianidad y quemarlo a uno como un cigarrillo prendido sobre la piel. Algo así pasó con Rabbit Hole y Blue Valentine.

Al escribir un guión a veces se nos olvida que el truco no está en ser “genial”, sino en proveer la magia para que se redimensione lo conocido hasta lograr conmover. Hoy, hablando con una amiga, nos preguntábamos sobre la multiplicidad de artes que deben converger en su excelencia para crear una buena película. Es una orgía de sincero amor entre guionista, director, actor, editor y demás miembros de una familia neo-hippie que comparte por semanas el mismo catering frío.

Sobre todo idea, texto y quien lo pronuncia. El que escribe y el que actúa. La intimidad que las palabras deben entretejer para que suceda el acontecimiento artístico, la sensibilidad de quien encarna un rol para adueñarse de su candidez. La audiencia para que lo viva, lo sufra, lo disfrute. La conexión humana a través del arte.

El mundo paralelo de Rabbit Hole, me transporta a esa otra realidad que se estira grotesca, como las extremidades del feto-alien bajo la elasticidad de lo “normal”. El compromiso que hay que hacer con ese mundo que sigue a pesar de uno. La transformación de seres humanos en soportes mutuos. El amor a pesar de todo.

El amor a pesar de todo. Blue Valentine. Una promesa que se hace. Un abrazo en el momento del quiebre de las superficies. La degeneración del cuento de hadas bajo la sombra del inminente tiempo.

La opción de abandonarse, en ambas, resulta ser imposible. Vidas que se encuentran para tratar de construir un solo ser, medianamente funcional. El dolor, la pérdida, el desamor. El tacto y sus traicioneros antojos y repulsiones. Lo incontrolable y efimero que resulta acompañarse, a veces en los peores momentos.

A veces la vida atenta contra nuestra genuina humanidad. Y nuestro instinto herido atenta contra la supervivencia. Encontrarse conectados en un torbellino catastrófico de emociones. Tan prácticamente imposible como encontrar la mano perdida de alguien que se ahoga en el mismo maremoto.

La magia de estas películas es colocar frente a nosotros este sencillo espejo roto cuyos fragmentos dejan ver, a veces, suspiros propios de la más escondida verdad. Una ficción viva. Un conejo azul. No existe y sí existe. Imposible no acordarme del clavel verde de Oscar. Arte y Vida enganchados en el ojal. Mi tatuaje. La leyenda de Xua-Xua.

El guionista, como el actor, no tiene por qué enfocarse en ser original, o descabellado, o incomprendido. Basta con ser honesto. Así se encuentran palabra y voz, y se redimensionan y reinventan para gestar los momentos en donde podemos adueñarnos de los fragmentos de espejo; respirar en silencio y sentir la sangre correr libre por las venas.

¿El texto hace al actor o el actor hace al texto? Creación colectiva. Revelan la ineludible estupidez de los egos. Hay algo más grande ocurriendo. Semejante quizás al amor verdadero. A la entrega en comunión absoluta con un fondo que busca una forma nueva. Una forma cuyo fondo ha sido inyectado con adrenalina. Conocido y desconocido, como un poema. Indescifrable pero familiar.

El arte no tiene que ser terapéutico. El arte mueve las fibras de la belleza; la organiza  y expone ante nuestros ojos miopes. Pero esta visión, fugaz, amable, cruel, genuina, me devuelve el alma por instantes.  Hace aquello que intuyo que soy, sólido por un momento. Y me puedo abrazar a mí misma porque me encuentro. Y esta es la mejor terapia.

Es el conejo de Alicia, pero azul. La diferencia es que éste no está apurado. Este espera entre los matorrales del jardín a que pasemos rápidos viendo nuestro reloj, y entonces comenzar a perseguirnos. 

2 comentarios:

Beatriz González dijo...

La conexión humana a través del arte... esa frase me encantó, sin contar que tú apreciación de ambas películas me gustó... creo que el arte en todos sus sentidos debe ser ese espacio para completarnos como seres humanos y que ha de estar hecho con la esencia con la que fuimos creados.

El arte en si debe ser como la vida misma, tener su propia alma y aún así tener un poco del alma de todos y cada uno de nosotros... y a veces el arte está para hacernos entender que ''el mundo sigue a pesar de uno''

Ocalannie dijo...

Gracias por pasear por acá y comentar querida Batita. Es así,Oscar Wilde decía que la vida imita al arte, y Shakespeare en Hamlet decía que el arte imita a la vida. A veces creo que las dos hacen lo mismo al mismo tiempo. Besos!!