domingo, 20 de junio de 2010

I don't feel like dancing: Explo-reflexión Amarilla

Ana O'Callaghan

El Viernes 18 fue la última presentación de la obra de Nivel II de TeatroUCAB, “Double Shot: Molière.” Nos presentamos en el marco del VI Encuentro de Teatro UCVista en la Sala de Conciertos. Fue una experiencia increible.

El teatro tiene que encontrarse; esta es una idea que me parece importante. Hay que verse mutuamente, disfrutarse y aprender. Encontrarnos significa reconocernos como miembros de la misma tribu, hablar en conjunto el mismo idioma que queremos multiplicar. Bravo por los encuentros.

“Double Shot: Molière”, fue una experiencia larga, difícil y llena de obstáculos. Como deben serlo todas las buenas experiencias que dejan su marca de aprendizaje. Miro hacia atrás, ahora que se ha cerrado este proceso, y se que fue maravilloso. Aunque suene demente, lo volvería hacer todo otra vez.

Como dice la canción, no me siento como para escribir, y sin embargo escribo. Algunas cosas son inevitables. No se qué tanto se habrá entendido la “tesis” de la obra pero me siento satisfecha de que está allí, y cada vez que veo una foto o sonrío con el baile final o pienso al respecto, cobra cada vez más profundidad. La línea que nos divide a nosotros de lo que hacemos se hace progresivamente más borrosa. Para muchos de los chicos, puede ser un “hobbie” que se redimensiona. Para mí, es un eslabón más en una búsqueda que no se acaba nunca.

Y es que este espejo que hemos creado primero entre dos obras y luego frente a la vida nos incluye indiscutiblemente. ¿Hasta qué punto no nos estamos creando a nosotros al crear un personaje? ¿No nos revelamos a través de un montaje? Quizás es obvio, pero no deja de ser extraordinario admitir lo ineludible y flotar alegremente en ese aire-agua-arte que nos rodea y oxigena. Qué bueno es reirse, y pensar y bailar. Qué poco importa que uno quiera o no. Hay cosas instintivamente contradictorias, como es nuestro empeño de separar cosas.

Ayer vi otra vez, después de mucho tiempo, “La Historia Sin Fin.” Metatextualidad, metateatralidad, metavitalidad. No es más que la vida dentro de la vida. Vida para que exista la Fantasía y la fantasía para que exista la Vida. Bastián es Atreyu. Nosotros somos Bastián. Hay que bautizar a la Emperatriz para que no muera, hay que hacerla propia – otra vez domesticar – con el nombre de mi madre, somos los padres de nuestra madre, el huevo y la gallina. El nombre escondido tras la tormenta que puede ser cualquier nombre. Todos los nombres. No hay fronteras en Fantasía. No hay fronteras en el teatro. Mascarilla es Sganarelle y ambos son Molière, quien opina, concibe, escribe y actúa. Y luego venimos nosotros que lo representamos, repetimos, releemos y redimensionamos. Somos nuestra propia obra de arte. ¿Quién imita a quién? Es un instinto humano. Los loros no imitan a otros animales en su hábitat natural. Sólo imitan a los humanos. Algo debemos tener de especial.

Molière, tu tan divertido que te inmortalizas en palabras y risas y supersticiones; gracias. Por repetirte y contradecirte y vivir y morir en un escenario sin fronteras. Espero que todos nos llevemos de esto ese pícaro descaro y el valor para aceptar los instintos irrebatibles, los impulsos hermosos, el latín incoherente, las rimas absurdas, las mentiras verdaderas y ese “cromatismo” de la cosas. Que podamos reirnos de la interposición de nuestra imagen en la luna del espejo. Y seguir, diciendo, actuando y sintiendo la verdad desde detrás del emplaste blanco y las cejas postizas.

A todos los que vivimos dentro de ese triángulo que se abre, cierra y voltea, un gracias cómplice y un guiño afectuoso. Ojalá siempre nos de miedo vestirnos de amarillo pero lo hagamos igual, y bailemos, sobre todo bailemos, aunque no queramos. A veces nuestro instinto artístico, esa “otra voz” de Octavio Paz, sabe más que nosotros.

Y ¿ven? Al final, si quería escribir.

3 comentarios:

Josué Villavicencio dijo...

Bailamos, reímos, sentimos, mentimos, nos picamos, lloramos, gritamos y todo molieristicamente.
Vivimos una experiencia maravillosa que cada día nos volvía más médicos preciosos y unos preciosos a palos. No queríamos bailar, pero lo hicimos, no queríamos llorar, pero lo hago xD, y cómo no hacerlo cuando durante mas de un año estuvimos de una u otra forma en ese triangulo (carromato) que se abría y giraba, que alimentaba el alma de muchos personajes y que guardaba la historia de cada uno de ellos. Molière is alive. Cada vez que veamos una prenda amarilla sonreiremos porque él no estará saludando. I don't feel like dancing forever

Anónimo dijo...

Finísimo Ana. Es así.
Caque

Ocalannie dijo...

Gracias a ambos por sus palabras y por pasear por acá. Viva el Amarillo!