jueves, 27 de mayo de 2010

El Mundo del Tatuaje: Explo-reflexión grafitera


Imagen: http://www.artespain.com/tag/remate
Ana O'Callaghan

Hoy fui a la inauguración del primer festival de intervención urbana en la Pastora.

Lo de los graffitis.

Ah.

Algunas cosillas que pensé mientras escuchaba:

Una foto de una sala improvisada en medio de la calle, frente a unos rieles, hecha con cualquier cosa: la evidencia de que estuve allí. Domesticar el espacio, tal cual zorro.
El Arte imita al Arte. Ay Oscar.

El estar aquí es un todo. Es una declaración. Es como una cantidad de gente suspendida en el tiempo que me estaba esperando. El mundo paralelo que me obliga a pensar en las cosas en las que quiero pensar. Osea no me obliga, a mi, por lo menos, no me obliga. La distancia que hay entre una cabeza y otra. Cómo alguien hablando puede llevarte a una burbuja increíble en donde una cantidad de cosas que instintivamente sabes son bautizadas, tienen nombre. La densidad del aire cambia. La iluminación. El mundo del pensamiento, un mundo que lleva a la sensación. Entendí todo, Bertolt Brecht, ¿oíste? (o por lo menos tengo una sospecha con estilo) El mundo del tatuaje. Del Gestus Social. El mundo real.

Qué infinitamente horrible y aburrido es, por otro lado, escuchar a alguien absolutamente desprovisto de pasión. La comunicación es tanto más. Ay Shaw, comprendo tu miedo (y cuando digo que comprendo quiero decir que me acordé humildemente de aquello de la ilusión de la comunicación.)

Quizás por eso exista el teatro. La ilusión real. Que no es lo mismo que la realidad ilusa. Ojo.

Ese sentimiento incendiario, inmerso dentro del hecho de rayar una pared. Comunicarse bien, es pintarle al otro en las paredes del pensammiento. Adueñarte de sus límites, conquistar sus fronteras. Derribar sus muros. Qué hippie. Los muros también son bonitos. Se cuelgan cosas allí, cuadros, fotos, por ejemplo. Sin muros quizas todo fuese más efímero aún.

Un grito silencioso, sin testigo, sin artista, sin dueño. Imponente sombra de un monstruo que se extiende sobre la pupila, la existencia, el tímpano. Esa criatura que se percibe en la periferia del campo visual.

Código sencillo pero cerrado. Quieres que todo el mundo sepa que no sabe exactamente, algo. Un tweet gigante, tosco y como de arcilla.

Pinto en donde me vean. Primero, no te ven. La obra como extensión del artista, como antifaz, como superpoder. Quiero que vean esta leyenda que soy. Quiero que me vean. Pero, ¿que me entiendan? A mi mismo yo canto. Whitman, besos.

Hombre de las cavernas. Él no sabía que sería el hombre de las cavernas. Todo cambia cuando sabes. Cambia la intención. La conciencia. El espect-actor. Dear Dorian, qué manera de poner la torta, ¿ah? Dándote cuenta.

¿Cuáles son realmente los límites y las preguntas pertinentes? El lenguaje propio del medio.

El debate por el respeto a los espacios.

El Estilo y el Grito.

Por expresarme yo, ¿puedo excluir a los demás? La señora “conservadora” existe.

Creación colectiva. Cuando la obra la generan todos no hay imposiciones, hay encuentros. Es bella precisamente porque no es solamente mía, porque no es de nadie. Tiene vida propia e independiente. Lista para domesticarnos. Nosotros le pertenecemos a ella. No al revés.

El mundo real es el del tatuaje. Recuerdo sentirme viva cuando decidí dibujar sobre mi piel algo que significara. Exteriorizar un símbolo que vivía profundamente dentro de mí. Al exteriorizarlo se redimensiona... (mil páginas más aquí.) Digo sin decir, sin estar, sin ver. Él me dice a mí qué significo yo; una persona que se atravesó en su camino y él tomó cautiva, no tuvo más remedio. Soy un eterno rehén de mi tatuaje, de mi instante efímero lleno de significado, que cambia y no puede cambiar y más allá de cualquier cosa, sigue siendo real. Imagino que grafitear es como tatuarse dejando ese pedacito de piel atrás. No cargarse sino dejarse. Dejarse para expandirse, para estirarse.

Esto es un grafiti pues.

Walt, Bertolt, Oscar, George y otros chicos del montón, prepárense.

Descubrí el agua tibia.



8 comentarios:

Nastascha Contreras dijo...

Me encantó este "fluir de la conciencia" en tu blog. Me gustó el guiño con tus lectores.

Para mí el graffiti es comunicación efectiva-afectiva y orgánica.

Un graffiti nunca está solo, lo acompaña el entorno urbano, entra en relación con distintos signos y entonces significa, pero sin pretensiones,porque es efímero, y el gesto se lo llevará otro que luego raye sobre él.

Ahora bien, lo hermoso de tu descubrimiento es que el tatuaje que fija el instante también es efímero(o así leí yo tu flujo de conciencia), pero porque el portador se lo lleva consigo. Es interesante, de verdad, nunca había reparado en esa posible relación.

Para seguirlo pensando.

Ocalannie dijo...

Algo así Nasty, algo así. Me di cuenta también de pronto de lo complicadito del tema. Hay mil niveles de implicaciones y bueno, preguntas, sobre todo preguntas.

Gracias por pasear por acá!

Unknown dijo...

Excelente :)

Ocalannie dijo...

Gracias Humberto! Fuiste cómplice inocente de muchas de esas palabras. :)

El Buruso dijo...

No sé si viene al caso, pero el otro día conocí a una chica que se negaba a hablar porque tenía una catedral en la punta de la lengua. Para ella, comunicarse era un acto de fe.

Leo Felipe dijo...

Pulgar arriba para ti, mi querida amiga de terrazas y viajes fugaces.

Ocalannie dijo...

Edu, tampoco se si viene al caso pero me acuerdo de lo de llamar por el nombre propio que es como invocar. Viéndolo así, comunicarse es rezar. (Amén)

Gracias miles por pasear por acá.

Ocalannie dijo...

Leo, my darling:

Desde esta sombra de sonrisa que es nuestra amistad, te quiero, como un decadente perdido quiere a otro.

(Otro día te cuento la historia de esa frase, que lleva otras adelante y otras atrás)

Gracias y besos